viernes, 24 de julio de 2009

Sobre los restos del día, de Kazuo Ishiguro

Les adjunto un comentario sobre una de las novelas más hermosas de los últimos 20 años.

Se publicó en la edición de julio de la revista Le Monde Diplomatique:

http://www.eldiplo.com.pe/los-restos-del-dia

Sin embargo, por razones de espacio, se vio seriamente editada. Aquí les copio su versión original y definitiva:

Los restos del día
Kazuo Ishiguro
Anagrama, 1998


Quienes se hayan quedado fascinados al ver la película “The remains of the day”, de la dupla inglesa Ivory / Merchant, con las soberbias actuaciones de Sir Anthony Hopkins y Emma Thompson en los roles protagónicos, sin lugar a dudas se encontrarán más que complacidos al leer la novela que originó semejante pieza.
Con un dominio absoluto del lenguaje de un viejo caballero inglés, Ishiguro narra las vicisitudes que implicaba una vida orientada por completo al servicio de otros, más concretamente, la vida de Mr. Stevens, agotado representante de una casta casi al borde de la extinción; la de los antiguos mayordomos ingleses. La sutileza extrema con la que el autor sigue las vivencias de dicho personaje, ejemplo máximo de la abnegación y quizás último de su especie, nos permite ser partícipes de sus reflexiones en torno a lo que significaba para un sirviente de aquella época una vida digna, plena de sentido. En su caso, esta habría alcanzado su máxima expresión al servir a Lord Darlington, tradicional representante de la nobleza inglesa, y a quien él consideraba de la más alta talla moral, pero que acabó sus días repudiado al haber intentado un aproximación de la corona inglesa hacia al régimen nazi de la pre-guerra.
Las vivencias de Stevens dan cuenta de los entretelones de una mansión plagada por conferencias de paz internacionales y extraoficiales -post Versalles-, diplomáticos de todas las nacionalidades, y salones en donde se decidirían –según lo percibe el protagonista- asuntos de suma importancia para el futuro de la humanidad. Las motivaciones más oscuras de tales hombres quedan en evidencia y desautorizan, por momentos, su justificación de vida. Estas experiencias se ven a su vez embebidas en el afecto que nace hacia Mrs. Kenton, tenaz ama de llaves de la casa, y que da inicio a una relación de mutua y genuina admiración, relación que luego es oscurecida por el deber y las reacias estructuras mentales y afectivas que traía como consecuencia una vida de sacrificios.
Al igual que la película, la novela roza los límites de una gran obra de arte. Casi totalitaria y meditativa como pocas, los niveles de profundidad de las abstracciones y apologías de un ser humano son llevados a nuevos extremos. Una novela clásica. Ganadora del Premio Booker (1989).


Oliver Glave


Espero tengan la oportunidad de disfrutar la novela.

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