No quiero ni siquiera mencionar el nombre del bar…y sin embargo me enteré de no ser el único que va esperando encontrar el milagro en una mirada y una vez que llega le da todo en la yema del asco. Desde toparte con el primer amigo -ebrio o simplemente feliz-, hasta tener que acercarte a la conocida que creías tu amiga, pero que estuvo quitándote el rostro durante al menos quince minutos hasta que te dignaste a acercarte humillado a su mesa para, de una vez por todas, saludar. Recién allí el… “ah…! hola!... no te había visto"...Bueno, al menos tampoco fui el único que llegó y que pronto se dio cuenta de no tener las energías ni las ganas para empezar el ritual de querer conocer a una mujer, para que de nuevo, como regla inmutable, se haga de rogar y perseguir hasta que le demuestres que matarías a quien sea por estar (¿tierno?) a su lado. Nada de trámite de miradas hoy día. Nada de baile. En realidad, nos fuimos todos.
jueves, 12 de julio de 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)